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Recorre las calles de la gran Tegucigalpa a diario. Como muchos de sus colegas tiene una ruta establecida y transita entre los bulevares Centroamérica, Morazán, y varias colonias que para muchos son de la clase media alta hondureña. Su profesión es taxista y tiene varias décadas de ejercerla.

Aunque tiene un nombre propio, cuenta que en más de una ocasión le han llamado “Lucho”, un sobrenombre que le gusta, pero que no es el de toda su vida. Eso sí, esta vez prefiere que sea su identidad porque ya ha tenido varios problemas con esos personajes que poco a poco fueron ganando territorio en las calles y sembrando el miedo, el mismo que muchas veces “Lucho” ha sentido al verse obligado a tener que pagar la famosa “renta” (extorsión).

Mensajes de Whatsapp a su número de teléfono o frases directas como “No olvides lo que debes”, mientras espera por sus clientes son solo experiencias que ha tenido que vivir y a las que ceder, aunque afirma que se aprende a convivir con ese “pasajero”.

“Es que los chicos han dado un paso adelante en las formas de extorsionar, han avanzado así como avanza la tecnología. Dentro de todo ellos son los que controlan, por decirlo así, y cuando digo que controlan implica todo. Hace un par de años de la nada un día en mi celular tenía un mensaje que decía que debía pagar cierta cantidad de dinero para el siguiente día y que de lo contrario lo iba a pagar más caro. Uno ya sabe a lo que ellos se refieren porque ya uno los conoce”, cuenta este hombre con casi 25 años de estar en el negocio del transporte de alquiler.

Por “pagarlo caro”, sus victimarios se refieren a atentar contra su vida o la de su familia. “Esas cosas son las que dan miedo”, se sincera.

Pero no es el único. Según dice, varios de sus colegas han tenido que sufrir por el mismo modus operandi y ceder ante el miedo que conllevaba no pagar lo que las pandillas solicitan. Sin embargo, aclara que está consciente de que no necesariamente todas las extorsiones provienen de pandilleros.

“Es algo que aquí en Tegucigalpa, y estoy seguro que en Honduras pasa muy seguido. No siempre los mensajes a los teléfonos para que paguemos renta vienen de mareros o pandilleros. En algunas ocasiones son solo timadores los que los envían, pero en otras sí son de pandillas o maras y esto lo sabemos porque en algún momento llega la confirmación, que es la voz viva, pero eso sucede a veces cuando ya estás cerca del momento que debes pagar”, dice para resaltar que la organización de las estructuras cada vez da pasos hacia adelante. También agrega que pagar todo lo que piden lo llevó a tener que cambiar su forma de trabajar.

“Yo tenía mi taxi. Era un carro del que me había hecho con esfuerzo, pero que ya no pude tener porque la renta era cada vez peor. Las llamadas, los mensajes, los viajes… Era demasiada la forma en la que te presionan. Tuve que venderlo y hoy alquilo un carro para trabajar y es el dueño el que se encarga de la renta, porque a él le llaman”, dice.

Hoy, “Lucho”, aunque no está exento de los “controles”, sí ha debido cumplir con viajes a pandilleros, puesto que dice que en más de una ocasión los ha tenido que transportar a sus actividades, sin que esto signifique que sean delictivas.

“Muy pocas veces puedes decir que no, porque para ellos, el ‘no’ no existe. Ni siquiera en la tecnología”, cierra.