Honduras forma parte de este triángulo de países centroamericanos en el que la violencia incide fuertemente en diferentes aspectos de la sociedad. Aunque mucha de la atención mediática se centra en los homicidios (la tasa en 2017 fue de 41.61 por cada 100 mil habitantes, algo que lo ubica en el segundo lugar de Centroamérica, apenas debajo de El Salvador), existen otras formas de ejercerla que, en los últimos años, ha incluido también a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación como sus aliadas.

Estas tecnologías empiezan a tener un papel importante en la sociedad de este país. De hecho, aunque lentamente, los indicadores empiezan a crecer. De acuerdo al ICT Development Index 2017, el porcentaje de personas que usaban internet en Honduras en 2016 era de 28 por ciento; para 2017, es de 30.

Por otro lado, y según la encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples de 2017 del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), 31.7 por ciento de los hondureños con cinco años o más tiene acceso a internet. De ese total, un 77.6 por ciento lo utiliza para buscar información, noticias o software; siendo este el principal uso. En segundo lugar, es una herramienta ocupada para comunicarse a través de correo o chat; y en tercero, para el entretenimiento personal.

Se registra, además, que el 17.1 por ciento de los hogares en Honduras posee computadora, porcentaje que en el área rural baja al 4.9 por ciento. Los datos estadísticos también arrojan que la red social Facebook es de las más usadas por la población de este país centroamericano, con un millón 73 mil 940 hondureños registrados; le siguen Windows Live Profile y Twitter.

Sin embargo, y a pesar de estos números, tanto en el Ministerio Público como en la Fuerza Nacional Antiextorsiones (FNA) y en el Observatorio Nacional de la Violencia, una entidad de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), los hechos de violencia relacionados con el uso de las TIC no son tan tangibles o registrados de forma sistemática, dado que no existe una estadística o clasificación oficial que permita una codificación clara y precisa del índice de incidencia. Es una información que, además, en el caso del Instituto de Acceso a la Información Pública del Ministerio Público se declaró como clasificada cuando fue solicitada para esta investigación.

Empero, según la fiscal adjunta de la Fiscalía de Delitos contra la Niñez y portavoz del Ministerio Público, Lorena Cálix, existen dos grupos reconocidos de población que son los más vulnerables a los delitos y hechos de violencia ligados al uso de las TIC: niños y niñas y adolescentes. Estos se ven afectados en delitos como trata de personas, tráfico de personas y ciberbullying, además de reclutamiento de pandillas.  En este último punto, matiza Cálix que la instrumentalización del uso de tecnologías de la comunicación e información es menos frecuente dado que, aunque dichas estructuras criminales sí las ocupan, es más para comunicación interna que para la realización de hechos delictivos.

Esta idea es confirmada por el oficial Fausto Rodríguez, jefe de la unidad de análisis de la Fuerza Nacional Antiextorsiones. Él afirma que, por citar un ejemplo, aunque las pandillas cuenten con miembros que hacen uso de sus redes sociales, están se encuentran sumergidas en un mundo de la privacidad; y lo cita así: “El pandillero o marero hondureño no se muestra al público en las redes sociales, más bien, prefiere hacerlo desde la intimidad para con sus pares. No hay exposición”.

Por otro lado, Lorena Cáliz es clara en señalar la necesidad de contar con legislación actualizada: “Es lo que ha obligado las reformas al código penal hondureño. Parte de la reforma con la que está trabajando la comisión legislativa es porque ya la experiencia nos está mostrando que sí hay una relación entre conductas ilícitas y el uso de las TIC. Es un hecho que ha habido una mutación en la forma de operar de los grupos criminales donde ellos también han entrado en este tema”.

Actualmente, una propuesta llamada “Ley de estrategia de ciberseguridad nacional y prevención de campaña de odio y discriminación en redes sociales” se encuentra en estudio.

La violencia cotidiana en las redes sociales

Jóvenes consultados también dan cuenta de otras manifestaciones violentas vía internet. Es común, por ejemplo, que Youtube sea una plataforma para difundir videos de peleas escolares. Como asegura Ángel Rodríguez, estudiante a punto de egresar de la carrera de psicología: “Escribes en el buscador ´peleas en el instituto (o escuela) tal´ y está lleno de peleas, porque han subido una cantidad exagerada de riñas, ya sea de chicos con chicos o mujer con mujer”. Incluso, existen páginas creadas especialmente para difundir este tipo de material.

Ángel además forma del grupo de líderes de la organización OYE Honduras, institución que trabaja por revertir este tipo de manifestaciones en la escuela. “A través de las campañas que nosotros hemos hecho se ha podido reducir los índices de violencia y atacar esa problemática con mensajes y afiches en los centros escolares; y puedan así comprender cuál es la situación que se vive actualmente y que posiblemente no se den cuenta porque se están dejando llevar por la ola de lo que ocurre”, asegura.

Otra integrante de OYE Honduras, Keyla Canales, estudiante de derecho a punto de graduarse, señala que en su organización tienen claro que la violencia no solo son golpes. La creación de un perfil falso puede ser motivo de agresión a la integridad de un joven, por ejemplo. Este tipo de situaciones son las que buscan exponer y contrarrestar en los talleres que realizan en centros educativos.

Tanto los jóvenes como las autoridades están claras de que hay mucho trabajo por hacer.  Como asegura Migdonia Ayestas, directora de Observatorio Nacional de la Violencia de la UNAH, desde la Asamblea se busca que se pueda tener un control de lo que sucede en las redes sociales para reducir los mensajes de violencia en todas las plataformas. “Pero es una lucha muy dura y es probable que no se logre ganar”, concluye.